¡Lo que me pasó ayer podría dejarles los pelos de punta! Muchas veces acostumbro afeitar mi barba cuando empiezo a sentir molestias y picazón, pero de vez en vez me da demasiada pereza hacerlo y llego a parecer un señor vagabundo de renombre. ¡Hasta Mío Sid me ha dicho el espejo! Como sea, mi barba ayer alcanzó límites hiperbólicos. No recuerdo la última vez que al despertar y levantarme de la cama, me cayera por haber pisado la punta de mi barba, ¡Que barbaridad!. Desayuné dejando caer el café por encima de mi cara ya que de frente no había espacio. El almuerzo era una sopa que pronto se convirtió en agua con cabellos, ya que mi hermosa barba calló dentro y cual esponja absorbió todo lo que debía llegar a mi estómago. Pero en realidad lo más extraño fue ¡cuando quiso apoderarse de mí! Me atrapó como boa y no me soltaba, se trenzó por sí misma y, como en especie de patas, se paró y salió corriendo, llevándome a cuestas. Mis hermanos corrieron tras de mí por toda la carretera, pero fue
Alguna vez se te ha pasado por la mente que una simple naranja puede llegar a costar hasta ¡un millón de dólares!, no lo creo porque yo jamás lo había pensado. Pero lo que me pasó ayer me hizo considerarlo. Caminaba yo muy tranquilo por la acera, rumbo a la misma tienda donde llevo siete largos años haciendo mis compras. Cuando de repente un inesperado eclipse de unos cinco segundos nos dejó a todos con la cabeza entre las rodillas. Fue algo raro pero tenía hambre, así que continué mi travesía. Habiendo llegado a la tienda, me hallo la sorpresa de que no había absolutamente nada, o sea nada, en serio ¡NADA!, no habían mecatos, no habían legumbres, no habían lácteos, no habían panes. Mi estómago no aguantaría recorrer los largos cien metros que habían regreso a mi casa, por lo que averigüé sobre lo sucedido a ver si había quedado algo para poder sobrevivir. Me dijeron que todo estaba normal hasta que el eclipse aparentemente desapareció cada producto del establecimiento, dejando única