¡Lo que me pasó ayer podría dejarles los pelos de punta! Muchas veces acostumbro afeitar mi barba cuando empiezo a sentir molestias y picazón, pero de vez en vez me da demasiada pereza hacerlo y llego a parecer un señor vagabundo de renombre. ¡Hasta Mío Sid me ha dicho el espejo! Como sea, mi barba ayer alcanzó límites hiperbólicos. No recuerdo la última vez que al despertar y levantarme de la cama, me cayera por haber pisado la punta de mi barba, ¡Que barbaridad!. Desayuné dejando caer el café por encima de mi cara ya que de frente no había espacio. El almuerzo era una sopa que pronto se convirtió en agua con cabellos, ya que mi hermosa barba calló dentro y cual esponja absorbió todo lo que debía llegar a mi estómago. Pero en realidad lo más extraño fue ¡cuando quiso apoderarse de mí! Me atrapó como boa y no me soltaba, se trenzó por sí misma y, como en especie de patas, se paró y salió corriendo, llevándome a cuestas. Mis hermanos corrieron tras de mí por toda la carretera, pero fue